Gerardo Lizarraga es uno de los artistas navarros que más contribuyó a la modernización de la pintura de nuestra tierra durante el primer tercio del siglo XX. Pese a ello, su trayectoria artística ha pasado un tanto desapercibida. Esta exposición virtual Gerardo Lizarraga. Un artista en el exilio pretende hacerle justicia, pero también que la ciudadanía pueda reflexionar sobre las dramáticas consecuencias de los exilios, tanto del pasado como del presente.

Gerardo Lizarraga nació en Pamplona en 1905. Inició su andadura artística en el estudio de Javier Ciga. Pronto se marcharía de Pamplona; primero a Madrid, y más tarde a París, para seguir creciendo. Allí, en una ciudad en constante ebullición artística, vivió intensamente hasta que en 1932 decidió, junto a su mujer Remedios Varo, regresar a Barcelona, donde participó activamente en los círculos culturales y en los movimientos sindicales, llegando a ser uno de los fundadores del Sindicato de Dibujantes Profesionales de Barcelona, adscrito a la UGT y uno de los creadores del proyecto de Ediciones Antifascistas (EA Films), donde desarrollaron varios trabajos en plena guerra civil.

En febrero de 1939 Gerardo Lizarraga, junto con centenares de miles de personas, emprendió La Retirada y pasó a Francia. Así comenzó su exilio, con la terrible experiencia de los campos de Argéles-sur-Mer y Agde, el paso por Clermont-Ferrand, la estancia en Marsella y el viaje definitivo a México en la expedición del Nyassa. Allí se asentó definitivamente y contrajo matrimonio con Ikerne Cruchaga, tudelana e hija de Epifanio Cruchaga, alcalde republicano de Tudela y también represaliado y exiliado. Participó activamente en la vida cultural mexicana. Allí retomó también su relación con el cine, contratado en 1957 como director artístico de la película The sun also rises, en la que debía recrear su ciudad natal en Sanfermines, y en la que apareció fugazmente como un pintor bohemio en un café parisino, viajando a sus inicios.